He visto en el foro la reactivación de un hilo sobre la última Vuelta a España que hicimos, y eso me ha traído inevitablemente recuerdos de todo aquello. Entro poco por aquí y eso me hace ver más claramente cómo ha cambiado esto; no digo que a peor o mejor, simplemente que ha cambiado. Y por eso se me hace raro volver a revisar lo que significó aquello, lo que me lleva a intentar exponerlo para que no caiga en el olvido, que sería casi como conseguir que nunca hubiese sucedido.
La Vuelta comenzó una noche triste en la Navidad de 2005, solo en casa, con mi mujer en el hospital y una botella de Ballantine´s como única compañía. Quizás por el alcohol, por la soledad o por ambas cosas, se me ocurrió que nuestras parejas deberían tener un homenaje por su aguante y apoyo, y qué mejor que usar la Mercurio para ello. Envalentonado por la ingesta, decidí darme una vuelta a España recorriendo cuantas más provincias mejor. Pero eso sería un homenaje solo a la mía, por lo que habría que involucrar a los demás mercurianos. Y así surgió lo de los relevos y lo del testigo, que habría que entregar cada fin de etapa.
Al día siguiente llamé a Ignacio por la mañana y se lo comenté. Recuerdo que me dijo que era una locura, pero seguro que por eso nos pusimos manos a la obra. Decidí que el testigo fuese un soporte de faro de una 125 que me había regalado un chaval de Cuéllar que coleccionaba Cappras. Lo pulí y dejé impecable. Ignacio se encargó de los polos conmemorativos y yo conseguí el apoyo de Repsol que nos hizo unos regalos (¿recuerdas Ignacio el lío de enviarlos?), Jorge el “oxidado” nos hizo unos tapones de Mercurio conmemorativos de color gris... la verdad es que había un gran entusiasmo. Hicimos un cartel e incluso un amigo nos compuso “el blues de la Bultaco Mercurio”.
Y poco a poco la cosa empezó a coger forma. Nos reunimos en la feria de Alicante y creo que teníamos muy claro que la cosa seguía adelante sí o sí. Recuerdo que Jorge 5H ni siquiera tenía Mercurio. Había unas ganas enormes de divertirnos y montar en moto. ¿Qué más necesitábamos?
Pero sobre todo, había algo que, modestamente, ya no existe: aportar lo que fuese solo por la ilusión de hacer algo importante. Han pasado casi catorce años. Algunos ya no están por aquí, otros estamos poco, y los que siguen se han amoldado a los nuevos tiempos, que ciertamente no son aquéllos. Y eso no es bueno ni malo, simplemente es la evolución. Pero lo que nadie puede negar es que nos reímos mucho con todo aquello, y que le echamos ganas y horas. Cuando la Vuelta murió, entendí que era el tiempo y la nueva manera de hacer las cosas lo que la mató.
Hace un par de semanas miré mi Mercurio. Tengo que abrir el motor y no voy a hacerlo yo. De modo que veré quién me lo hace y luego volveré a la carretera con ella a hacer largas excursiones que ya voy preparando. Ese será mi homenaje a aquella idea, a aquellas personas y a aquel espíritu.