Voy a hacer una pequeña crónica de la etapa Calatayud-Chiloeches, que no he hecho antes porque había perdido las fotos. En mi descargo, decir que me muevo entre tres ordenadores y varios pen-drive, lo que unido a mi natural despiste...
Al lío: el día antes de la etapa, eché la moto al remolque y me fuí a casa de Luis a por moto y piloto acompañantes, y de ahí a calatayud, donde habíamos quedado con Bultacossa para hacer el relevo, cosa que hicimos en el bar del hotel, que suele ser el mejor sitio de un hotel para los viajeros desparejados.
De izquierda a derecha, Luis, el testigo y Bultacossa.
Luego nos fuimos a cenar y a dar una vuelta por Calatayud. De vuelta al hotel, entablamos conversación con unos suecos que venían en dos Transalp a dar una vuelta por España y Portugal con un rutómetro de finales de los ochenta que se habían bajado de una web francesa. La moto de uno de ellos tenía más de trescientos mil quilómetros, y estaba completamente cubierta de cinta americana. De hecho, el pájaro decía que una cosa ya no tiene arreglo cuando no puede pegarse con cinta americana.
Aquí pongo una vista de la noche de Calatayud.
Al día siguiente iniciamos la ruta. Como uno tenía que llevar el coche, la idea era hacer en moto cada uno la mitad del recorrido. A Luis le tocó primero.
Aquí está en la entrada del Monasterio de Piedra.
La verdad es que hicimos unas medias de velocidad bastane buenas; de hecho en cuanto nos metíamos en curvas yo no podía seguirle con el coche y el remolque.
Aquí se le ve esperando a que yo llegase.
De modo que, poco a poco, abandonamos Aragón y cruzamos la frontera con Castilla la Mancha, momento histórico que queda reflejado en el documento gráfico. Hasta entonces, la carretera era espectacular.
Se nota perfectamente la satisfacción del participante.
Lo divertido de la carretera no impidió alguna parada para tomar café o para disfrutar de algo como esto:
Una ermita románica simplemente espectacular; todo sencillez y armonía de formas.
Y al final, comida familiar en casa de Luis, ¡qué más puede pedirse!
De verdad que dan ganas de pasarse el día haciendo viajes como este. Solo me queda dar gracias a Luis por haberme permitido compartir esta etapa con él.