Buenos días a todos.
Lo primero, gracias a (casi) todos por la acogida. Empezando por Ignacio, con quien hablé antes de empezar a contaros cosas, y siguiendo por todos los que nos estáis ayudando activamente con esta historia.
Siento en el alma que las cosas no vayan al ritmo que todos esperábamos pero, como ya os dijimos, ha tocado reconducir la línea de trabajo varias veces dado lo complicado que es dar con una solución universal para vuestro mundo azul.
Somos sólo dos socios, con otros trabajos en la vida real, y llegamos donde llegamos. Tal vez el error ha sido contarlo demasiado pronto y haber levantado expectativas que no hemos llegado a cumplir. Sé que nuestros problemas no interesan a nadie, pero por el camino hemos metido muchísimas horas de trabajo, de darle vueltas a la cabeza, e incluso algunos billetes de avión para poder ver en directo la evolución de alguna de vuestras motos.
En fin, que siento la decepción, y espero que al final os compense.
Como dije a alguno de vosotros por privado, no voy a meterme en ningún tipo de lío. Estoy en casa de Ignacio, que siempre me ha tratado como un amigo, y lo menos que puedo hacer es no orinar en los jarrones.
No obstante quisiera puntualizar que siempre me ha sorprendido cómo en algunas mentalidades, el hecho de que alguien cobre por su trabajo se convierte en algo que le descalifica. Sin importar ni la calidad, ni el precio, ni el cariño que se ponga en ello. Supongo que es una de tantas cosas sobre las que deberíamos reflexionar si queremos que este país funcione alguna vez.